Bailando bajo la guerra

Bailando bajo la guerra

Performance para el Día Internacional de la Danza (Foto de Moses Sawasawa, desde la página Facebook de Kokoriko Foundation)

La República Democrática del Congo es un país enorme en el medio del continente africano. La región es caracterizada por una abundancia de recursos naturales, especialmente minerales, diamantes y madera. Durante las últimas tres décadas, se han desarrollado conflictos que involucran a grupos armados y actores extranjeros que han ido mutilando el país, en particular el lado oriental.

Francis Mulindwa Zihindula es un activista de 27 años que vive en Goma, en el ojo del huracán. Él es un excelente ejemplo de cómo los movimientos populares para la paz y la justicia se pueden fortalecer desde las cenizas.

Soy un artista y un bailarín. Empecé imitando a Michael Jackson cuando era niño. Luego, aprendí sólo hip-hop y reuní mi grupo de jóvenes para aprender a bailar juntos. Cuando tenía 20 años me fui a Uganda, un país vecino, y viví ahí durante tres años, donde empezé a hablar inglés. Además de dedicarme a la danza contemporánea, soy fundador de Kokoriko.

La fundación Kokoriko nació en 2019, una idea que se ha venido implementando durante unos cuatros años. Francis se sentía destrozado al ver el sufrimiento y la muerte del día a día.

“Estaba buscando una solución para apoyar a mi pueblo. Ahora intentamos ayudar a los niños y las niñas y a todos aquellos que han perdido a sus seres queridos debido al conflicto para que olviden sus traumas y puedan vivir más tranquilos. Estos pequeños no tienen una mamá ni un papá, están abandonados. Somos los únicos que pueden ayudarlos a crecer felices.”

Actualmente la fundación ha reunido unos cincuenta chicos y chicas. Viven juntos y pasan sus días aprendiendo nuevas competencias, con un enfoque especial en las artes performativas. La gestión es adelanteada por nueve voluntarios – el mayor tiene más de 80 años.

Todos y todas hacemos lo que podemos…” dice Francis, la voz se le quebra. “Nuestro país es grande, bendecido con recursos naturales, pero el pueblo no puede beneficiarse de esto. Hay muchos grupos, tanto extranjeros como internos, que explotan nuestra riqueza; entre ellos actores armados y multinacionales. Nosotros no tenemos nada. Necesitaríamos de colchones, zapatos, ropa. Gracias a unas captaciones de fundos podemos permitirnos un poco de comida y agua. Pero sigue faltando.

Francis lamenta que el gobierno no ayuda a su pueblo. Tampoco las tantas organizaciones sin fines de lucro lo hacen.

Los políticos solo hablan, nunca hacen. En el caso de las ONG, en particular las grandes, parece que sólo les importe de sus propagandas y de como la gente las ve. No son efectivas.

Las ciudades orientales de la República Democrática del Congo están derrumbándose, la gente está agotada. Sin embargo, siempre permanece viva una chispa que, si encendida, puede llevar una luz de alivio y esperanza.

La situación, con respecto al apoyo monetario o a los suministros, está aún más complicada. Pero no importa, seguiremos dedicando nuestras vidas a estas personas que han perdido todo. No tenemos posesiones materiales, pero nos tenemos el uno al otro. Y gracias al arte, la música, la danza, podemos expresarnos y olvidar un poco la muerte y el sufrimiento que vivimos cada día. Les quiero agradecer a quién nos apoyan. Nuestro país es maravilloso, pero no hay justicia ni paz. Somos un sólo mundo: no puedes quedarte en la indiferencia frente a los problemas de los demás. Yo haría lo que puedo para ayudarte.

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