X Encuentro de las Memorias: A 26 años de la operación génesis, aún no hay reparación  

X Encuentro de las Memorias: A 26 años de la operación génesis, aún no hay reparación  

En el marco de la vigésima sexta conmemoración de la Operación Génesis, que se realizó el pasado 24 de febrero en Turbo, Antioquia, y que finalizó el 26 del mismo mes en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza en Dios, Chocó. Contagio Radio habló con la Asociación de Familias Desplazadas por la Violencia de Río Sucio, Chocó (CLAMORES) y con representantes de los procesos organizativos de las Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica (CAVIDA). Aquí presentamos la primera de dos crónicas que recoge los sentimientos y las memorias de las/los campesinos y las/los líderes comunitarios, que la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz ha acompañado a la largo de estos años.

Por Carolina Toro Leyva

Turbo, Antioquia. Me presentan a Josefina y luego a Alicia. Me regalan una amplia sonrisa, sacamos unas sillas para recibir el fresco y me siento a escuchar bajo un sol abrasador, lo que ocurrió en sus comunidades hace más de 25 años. En sus rostros se puede ver el rigor de la guerra y aunque sonríen, no hay tanta luz en sus ojos. 

Y no es para menos. Ellas han vivido de cerca la barbarie del conflicto. En 1997, por esta misma fecha, entre el 24 y el 27 de febrero, los habitantes ribereños de los ríos Salaquí, Truandó y Cacarica, tuvieron que salir desplazados dejando atrás sus casas, sus enseres y sus animales por dos operaciones armadas que se realizaron en simultáneo: la Operación Génesis, bajo el mando del general Rito Alejo del Río de la Brigada XVII del Ejército Nacional, y la Operación Cacarica de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Durante esta incursión militar fue asesinado el líder campesino Marino López. Su cuerpo fue desmembrado y, frente a su comunidad, los asesinos en un acto dantesco usaron su cabeza como un balón de fútbol. Dieciocho personas más fueron asesinadas y desaparecidas. Este horroroso acto provocó un desplazamiento masivo de cerca de tres mil personas que buscaron refugio en las comunidades cercanas, principalmente en Turbo.

En esta ciudad antioqueña se asentaron en el Coliseo Bruno Martínez por un periodo de 4 años bajo condiciones precarias y sin un apoyo estatal. Al cabo de este tiempo, algunos decidieron regresar al territorio sin ningún tipo de garantías por parte del Estado; otros, decidieron quedarse y levantar a sus ‘pelaos’, me comenta Alicia, quién también me señala que pese a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Colombia por su responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la Operación Génesis; ellos siguen esperando la protección del Estado y el cumplimiento de la reparación ordenada en la sentencia. 

Participantes del acto de Conmemoración en Turbo, Antioquia, frente al monumento que existe en el Coliseo Bruno Martínez, símbolo que evoca la difícil situación que padeció la población desplazada de las 23 comunidades del Territorio Colectivo de Cacarica, tras las dos operaciones armadas simultáneas que se realizaron por parte del Ejército Nacional, y las Autodefensas Unidas de Colombia. Foto: Simonne Berton, Contagio Radio.

Ahora ven una luz de esperanza con el acto de reconocimiento y perdón que el Gobierno colombiano hará el próximo 21 de marzo a las 9 am, en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza en Dios para dar cumplimiento al fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordena al Estado colombiano asumir su responsabilidad y realizar un acto público de perdón en territorio por los hechos ocurridos hace 26 años.

La Comunidad de Autodeterminación, Vida, Dignidad del Cacarica (CAVIDA) y la Asociación de Familias Desplazadas por la Violencia de Río Sucio, Chocó (CLAMORES), presentarán los puntos de la propuesta de reparación colectiva a la Vicepresidencia de la República, a la Cancillería de la República y al Ministerio del Interior. También se estima poder contar con la presencia de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y un gabinete ministerial pertinente a las peticiones.

Alicia me menciona brevemente lo que ellos están pidiendo: titulación, protección, desarrollo comunitario y reparación moral. Me indica, además, que en Cacarica pide canalización y reparación de vivienda, principalmente; y CLAMORES como no está en el campo, quiere la Ciudadela de Paz, con huertas caseras, colegios, guardería restaurantes y panadería, entre otros.

Y sigue la Lucha

Los que se quedaron en Turbo conformaron un proceso organizativo llamado CLAMORES, y de resistencia no-violenta, para reclamar al Estado sus derechos y hacerle propuestas de reparación. Una de ellas es la Ciudadela de Paz. “Una colonia de paz para que nos hagan las viviendas, un barrio, hemos elegido un terreno que queda arriba del hospital, subiendo para Apartadó. Somos 220 familias y esta propuesta de reparación ya la hemos hecho y a la fecha no hemos recibido ninguna respuesta”, indica Alicia mientras me regala un vaso de agua.

Lo recibo con gusto, tomo un par de sorbos bastante largos y continuó escuchando. “Nosotros no hemos tenido beneficios, nosotros ganamos pero ellos no han cumplido.  Se habla de la justicia restaurativa, (…) uno pide que se restaure parte de lo que se ha perdido, y que la persona que hizo el daño de la cara y diga yo hice esto. Eso le da a uno más moral para decir, yo te perdono, yo sigo adelante, pero de qué vale decir yo te perdono si la misma persona que lo hizo no dice nada. Además, que un perdón que la persona verdaderamente está sintiendo que le hizo daño a uno y que se arrepiente (…), pero eso no está dándose”, me dice.  

Josefina tuvo que salir de sus tierras por la violencia y desde entonces ha sido un ejemplo de lucha por conseguir que el Estado cumpla con el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó al Estado colombiano por estos hechos. Foto: Carolina Toro, Contagio Radio.

Doña Josefina se para y acomoda su puesto de venta de cucas, que le permite mantenerse mientras sigue esperando que el Gobierno le dé una reparación para iniciar un proyecto productivo o construir su casa. Tiene bastantes años, pero no pierde la fe en que eso sea posible. Le pregunto por qué no retornó al territorio como lo hicieron algunos de sus compañeros de lucha, y me dice que ella después de lo que paso ya no tenía fuerzas, que lleva muchos años en Turbo y ella “ya no arranca”, que lo que quiere es montar un negocio para dejarle a sus hijos. 

Interviene Alicia y complementa: “Es que ya no teníamos la fuerza de regresar a los montes, sin dinero, sin unas condiciones, entonces cómo volvíamos así. Además, nosotros pedimos que la zona esté libre de grupos armados, que no le digan a uno por acá no puede transitar porque si no volvemos a lo mismo. Los compañeros de CAVIDA volvieron al territorio, pero no a las fincas que ellos tenían sino a unos asentamientos (…) allá continúa el conflicto, es en medio de las balas, y con tanto ‘pelao’ y una sola… pues decidimos quedarnos porque yo tenía 5, ella 7 y otros 7 del hermano que asesinaron… muy difícil”.

En la zona persiste el conflicto armado con una fuerte presencia de las Autodefensas Gaitanista de Colombia. Ha quedado en evidencia que la razón de fondo del desplazamiento en esta zona es el interés económico sobre la región. Es un lugar estratégico por estar en la frontera, ser vía de salida y comunicación entre la costa Pacífica, la costa Atlántica, el Golfo de Urabá y el río Atrato, uno de los ríos más importantes en el Chocó. Además, hay varios intereses de infraestructuras: la carretera Panamericana, la interconexión eléctrica con América Central y un gasoducto proveniente de Venezuela con dirección al Pacífico. También, intereses económicos: la producción de bananos y la extracción de madera.

Bajo ese panorama y con la titulación colectiva, el tema de tierras es complejo. “Nosotros pedimos la Ciudadela de Paz, que es donde van las casas, con escuelas, y una casa de la memoria, pero ¿dónde queda la tierra para cultivar?, acá es tan difícil conseguir una tierra para cultivar. De donde nos sacaron la tierra está, pero no hay nada, entonces nosotros podemos construir pero con condiciones para restituir las cosas y los animales. Yo, por ejemplo, tenía 300 cabezas de gallinas, vendía huevos para todas partes y ahora, no tengo nada”, comenta Alicia. 

La importancia de la memoria

Pese a que estamos cerca al mar, no ventea mucho. Miro al cielo y no hay ni una sola nube, solo un intenso cielo azul. Con tanto calor pareciera que las palabras se enredan al salir. Hacemos una pausa para buscar sombra y ella continúa hablando sobre la importancia de mantener la memoria para que sus hijos sepan que tuvieron un papá, que se sigue siendo recordado y que les proveía todo cuando estaba con ellos. 

“Dios a uno le da fortaleza para no olvidar quién era uno y quiénes eran las personas que murieron, que eran muy importantes para nosotros (…) uno no puede echarse para atrás, tiene que seguir adelante. Y aunque no nos respondan, nosotros estamos ahí, esperando a que un día nos digan: ‘nosotros hicimos esto y lo vamos a reparar con esto’, y si se muere una de nosotras, que siga un hijo o un hermano”, me comenta Alicia mientras suspira. 

Durante la conmemoración se hizo breve presentación de las organizaciones que acompañan el espacio. Los miembros de CAVIDA y de CLAMORES compartieron algunas palabras sobre sus sentires y esperanzas. Se terminó con algunos canticos. Foto: Carolina Toro, Contagio Radio.

En seguida Interviene Josefina y me dice que el proceso se resume en resistencia, “algunas personas se han ido y han muerto. Que el Estado nos diga que hay garantías. Estamos mal, no tenemos vivienda, no tenemos proyectos, los niños ni pueden estudiar (…) y el único apoyo que hemos recibido es el de Justicia y Paz, que nos asesoran para saber que puertas tocar, pero muchas veces no nos abren”.

El ruido de una moto nos interrumpe, guardamos silencio, cuando intentó retomar vuelve a rugir el motor; miramos al muchacho y todos nos reímos. Nos hacía falta reír un poco. Les pregunto: ¿Qué pedirle a este nuevo Gobierno? “Nosotros (…) sabemos que solo lleva 6 meses, pero esperamos que nos escuche, que no se haga el de la vista gorda a las peticiones. Nosotros tenemos más o menos confianza porque sabemos que hay una mujer en este Gobierno y ella sabe cómo se sufre cuando uno le pasa lo que a nosotras nos pasó y esperamos que se pellizque y tan siquiera nos den una lucecita para que se nos repare adecuadamente, para que se cumpla con los 7 puntos que ganamos”, dice Alicia. 

Y agrega: “Es que ningún presidente nos ha mirado, en la vida de ellos no pasa nada. (…)  no se ha dado ni la reparación colectiva por eso es que se está pidiendo la Ciudadela de Paz. Nosotros sabemos que la reparación colectiva que tiene que ver con dinero, no nos van a dar dinero, nos van a dar tierra, animales, y proyectos (…) y está bien; lo que queremos es que el Gobierno mire para acá y nos reconozca como víctimas y nos reparé”.

Y así fue la conmemoración en el Coliseo Bruno Martínez de Turbo, Antioquia

Llegamos a las 4 de la tarde. El sol sigue ‘pegando duro’, pero se siente una brisa fresca que agradecemos todos los presentes. Ya todo está listo para hacer la apertura del X Encuentro de las Memorias. La gente está reunida en el monumento que existe en el Coliseo, como símbolo que evoca la difícil situación que padeció esta población desplazada de las 23 comunidades del Territorio Colectivo de Cacarica, tras las dos operaciones armadas que realizaron el Ejército Nacional, y las Autodefensas Unidas de Colombia.

Este encuentro se dio en el marco de la vigésima sexta conmemoración de la Operación Génesis, que se realizó el pasado 24 de febrero en Turbo, Antioquia, y que finalizó el 26 del mismo mes en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza en Dios, Chocó. Fotos: Simonne Berton, Contagio Radio.

Los procesos organizativos Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica (CAVIDA) y la Asociación de Familias Desplazadas por la Violencia de Río Sucio, Chocó (CLAMORES), con el apoyo y asesoría de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz, convocaron a organizaciones sociales, consejos comunitarios, cabildos indígenas, comunidades campesinas y a instituciones nacionales a participar de esta conmemoración que contó con la compañía de observadores internacionales.

Hay una decoración con objetos y alimentos representativos de la región que se ubica entre dos pirámides en donde se encuentran los nombres de las personas fallecidas y un recuento de los hechos. Prueban el sonido y arrancamos escuchando:

“Óyeme Chocó, te quiero besar, era un sueño y se hizo realidad. Óyeme Chocó, oye por favor, tú no tienes porque estar sufriendo así. La resignación, de tu corazón, algún día llegará, algún día llegará la redención”. Es la canción que todos entonan. Guardamos un minuto de silencio por la memoria de Deyanira Mosquera, directora de CAVIDA, que falleció recientemente y que es la cantadora de la letra que escuchamos.

Hay una breve presentación de las organizaciones que acompañan el espacio. Y se da la palabra a miembros de CAVIDA y de CLAMORES. Después de escuchar el relato de los sobrevivientes, y algunos canticos se dio por finalizado el primer momento del X Encuentro de las Memorias.

El segundo momento inició el 25 de febrero cuando más de 80 personas se movilizaron durante tres horas en panga (chalupa) por el mar hasta el río Atrato para luego caminar dos horas entre cultivos de banano y plátano, con el canto de las aves, y el sonido de los micos que son parte de la gran riqueza biodiversa de este territorio que colinda con el Parque Nacional Natural Katíos.

Pero esa historia será parte de nuestra segunda crónica, que busca aportar hacia la memoria transformadora y el derecho restaurador en Colombia.