‘Verde’, una apuesta para humanizar al otro en conflicto a través del lente de Federico Ríos

‘Verde’, una apuesta para humanizar al otro en conflicto a través del lente de Federico Ríos

El fotógrafo Federico Ríos lanza ‘Verde’, el resultado de un trabajo documental de más de 10 años con la guerrilla de las FARC que busca que se conozca el lado más humano del conflicto armado colombiano.

La fotografía documental no llegó a la vida de Federico Ríos por cuestiones de azar. Desde muy joven, este manizalita sintió una fascinación única por el poder comunicativo que transmitían las imágenes. Este interés lo introdujo al mundo del periodismo con la intención de entender de manera profunda el ejercicio reporteril, ese que siempre desarrolló con una cámara colgada al cuello y sin dejar de lado su pasión más grande: la fotografía.

Si bien no se graduó de periodismo, los semestres que cursó le dieron algunas pistas para empezar a hacer fotoperiodismo y documentar así diversos temas como la vida en las periferias, el trabajo con comunidades, la cotidianidad en su sentido más tácito y natural, y el conflicto armado que históricamente ha vivido Colombia.

A lo largo de su trayectoria, Federico se ha desempeñado como fotógrafo independiente y ha llevado a cabo proyectos para prensa internacional. New York Times, National Geographic, o Reuters son algunos de los medios y agencias que le han abierto las puertas, además de organizaciones sociales y no gubernamentales en Colombia, Latinoamérica y las islas del Caribe.

Actualmente, este fotógrafo hace parte del colectivo Covid Latam, un ejercicio que desde hace varios meses hace un reporte fotográfico sobre los avances en materia del Coronavirus en Latinoamérica. Con Covid Latam se acaban de ganar el Photo Evidence Book Award, un premio cuyo objetivo es publicar un fotolibro sobre cómo se ha vivido la pandemia a este lado del mundo. 

Hablamos con Federico a propósito del lanzamiento de ‘Verde’, su más reciente proyecto, una publicación que documenta la cotidianidad de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras 10 años de una inmersión que le permitió entender sin filtro una cara del conflicto armado que ha vivido el país, algo que según dice, la mayoría de los colombianos desconoce. 

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¿Cuándo se le pasó por la cabeza este proyecto?

Yo empecé este proyecto en 2010 sin un objetivo tan claro, quería documentar y fotografiar lo que estaba sucediendo. Quería entender un poco más sobre quiénes eran las FARC y todo este movimiento guerrillero pero para mí era algo que iba hasta ahí, no tenía un trasfondo más allá de eso y con los años fui construyendo un cuerpo de trabajo que se fue traduciendo en presentaciones, algunas exposiciones.

Primero fue en La guardia Journalism School en Nueva York, luego fue una exposición muy grande en una sala del Museo de Antioquia, otra en Bandy Bandy que es una galería de arte en Bogotá, y durante los últimos años empezamos con la idea del libro.

¿Cómo fue el ejercicio de edición de ‘Verde’?

El libro es una idea a la que le trabajamos mucho, a la que le trabajamos juntos con Santiago Escobar Jaramillo que es el editor. En un fotolibro el editor es una figura de un peso tremendo, primero está articulando la secuenciación de las imágenes y segundo, es el director del concepto del libro. Cosas como tamaño, paginaje o tipo de papel influyen mucho.

Un fotolibro es un objeto, es una obra en sí mismo y con las mismas fotos podrían hacerse infinidad de libros diferentes entonces la voz del editor en un fotolibro es muy importante y pesada.

Toqué la puerta de muchas editoriales, recibí solo portazos en la cara, trabas, líos muchos por miedos políticos por comprometerse con un proyecto que hablaba de las FARC porque tenían miedo de que al comprometerse con eso iban a recibir represalias de los gobiernos de turno y de las empresas privadas, y otros eran temas económicos.

Quería contar la cotidianidad de las FARC desde adentro…

El objetivo realmente es que la gente conozca un poco más una parte de la historia de Colombia que parece que todavía no conocemos. A mí me sorprende todavía cómo nos hemos negado a nosotros mismos la posibilidad de conocer sobre el conflicto armado interno de este país. Hay muchísimas situaciones amañadas en la prensa, hay muchísimas versiones complicadas de contrastar y muchísima desinformación.

‘Verde’ es un ejercicio testimonial, es un ejercicio notarial, es la posibilidad de ofrecer un puente que comunique de una forma clara y directa lo que vi en las zonas más periféricas de Colombia durante muchos años mientras se vivían los Acuerdos de Paz. 

¿Es un puente para quién?

Siento que es un puente necesario para muchas personas que viven en las ciudades. Yo no creo que todos tuvieran que haber ido a un campamento guerrillero para ver desde allí cómo era la vida cotidiana de las personas de las FARC pero creo que el libro puede ser una buena pista.

También pienso que esto es un proceso de suma a una colectividad de fotógrafas y fotógrafos amplia y diversa que cada uno con sus imágenes logra aportar un fragmento pequeño, individual a lo que al final sería una perspectiva muy clara de cuál era la realidad de las FARC.

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¿Cómo fue el primer acercamiento en campo? ¿Cuáles eran sus temores frente al proyecto? 

El primer acercamiento fue complejo, mucha incertidumbre y temor de ambos lados. Mi mayor temor era que me censuraran. Que me dijeran qué cosas podía fotografiar y qué cosas no. Afortunadamente eso nunca sucedió. Pude hacer mi trabajo periodístico con libertad. La confianza con las fuentes en el periodismo es algo que se construye con el tiempo.

¿Cómo percibió desde su lente que se vivía la época de las negociaciones y la firma de los Acuerdos dentro de las FARC?

Percibí que los guerrilleros tenían una voluntad seria y comprometida de firmar un acuerdo que beneficiara al pueblo colombiano en general, de entregar las armas y de comprometerse con unas acciones de perdón, de reparación, y luego, de reinserción a una vida civil ordenada y sin armas. 

Lo que vi fue un compromiso, un poco de miedo por ese mundo nuevo al que iban a enfrentarse, el miedo natural de cualquier gran paso que estás a punto de dar. Los vi muy conscientes de la importancia no solo para ellos sino para el país entero.

¿Alguna vez, en medio de este ejercicio documental se encontró en alguna situación de riesgo?

Encontré situaciones de riesgo, varias pero para mí la más contundente fue en un momento en el que estaba fotografiando unas disidencias en el nudo del paramillo, hubo un personaje muy incómodo con mi presencia. El tipo no quería que yo estuviera allí ni que hiciera fotos ni nada de estoy  estaba muy alterado conmigo y yo pensé que me iba a matar pero es algo en lo que prefiero no profundizar.

¿Qué significó para usted trabajar de cerca con las FARC?

Entender el conflicto armado colombiano desde una perspectiva humana. Esa ha sido la gran lección y es lo que yo esperaría que la gente fuera capaz de ver. Ver al otro como un ser humano, lo que parece una obviedad, es como si te estuviera diciendo que te miraras tus manos para confirmar que tienes cinco dedos en cada una pero es que la guerra nos deshumanizó al otro y en ese ejercicio de deshumanización el otro aparentemente merece solo la muerte porque es el enemigo y yo creo que esa es una perspectiva muy sesgada, muy limitada y estrecha.

Cuando uno revisa la guerra y revisa quienes son los soldados del Ejército, quienes son los de las FARC, quienes son incluso los paramilitares, quienes son los guerrilleros del ELN, y quienes son las personas que ponen las manos en los fusiles, estos son pobres hijos de otros pobres matándose con pobres hijos de otros pobres. Y unos señores de la guerra muy cómodos en unos puestos de tomas de decisiones sin untarse las manos de sangre, sin tener que vivir ni siquiera el estrés postraumático, tomando las decisiones desde muy lejos que incluso son indirectas y desembocan en hechos atroces. 

Hace poco se dio un bombardeo contra un grupo de disidentes y se supo que murieron menores…

Estamos como país en vilo de una noticia terriblemente conmovedora, hubo menores de edad que murieron en un bombardeo de las fuerzas militares. Eso es un drama tenaz. Hay que empezar a echar para atrás porque es posible que esos menores de edad tuvieran armas en sus manos entonces hay que preguntarse, por qué esos menores tenían armas, socavar esa información.

Ahí es donde para mí es tan necesario humanizar al otro y al conflicto, para entender que en general un chico que llegó a las filas de las disidencias de las FARC y murió bombardeado no llegó a ese lugar por muchos motivos más allá del hambre, la falta de oportunidades o de educación.

F. Ríos

Ahí es donde para mí es tan necesario humanizar al otro y al conflicto, para entender que en general un chico que llegó a las filas de las disidencias de las FARC y murió bombardeado no llegó a ese lugar por muchos motivos más allá del hambre, la falta de oportunidades o de educación. En un país justo nada de esto habría tenido que suceder. 

¿Cómo cree que la gente va a reaccionar a ‘Verde’?

Yo espero que esto contribuya a la memoria, espero que desde ahí, los colombianos sean capaces de revisar hacia atrás, que cuando les hablen de las FARC cojan este libro y sea un testimonio de cómo estaban conformadas las filas de las FARC, porque en muchas partes cuando vimos la noticia de un golpe del Ejército a las FARC se presentaban de hombres fuertes y bien armados pero en las FARC habían menores de edad, el 40% eran mujeres, había ancianos, entonces es un universo mucho más amplio.

Un proyecto así debe tener más personas detrás…

Este ha sido el resultado del esfuerzo de un equipo muy grande. Tiene al editor Santiago Escobar Jaramillo, tiene a Alejandro Gaviria escribiendo el prólogo, y a Catalina Trujillo Urrego haciendo la corrección de estilo en español. Mi madre, María Teresa Escobar hizo la corrección de estilo en inglés, Sebastián López hizo el diseño, Andrés Bo los videos que utilizamos para difusión, y mi esposa, Estefania González dibujó el mapa que señala los puntos en los que estuve haciendo fotografía.

¿Cuáles fueron esas zonas en las que estuvo inmerso?

Estuve en varias zonas del país. En el Putumayo, en el Caquetá, en Nariño, en Antioquia, en Chocó, Valle del Cauca, en el Cauca, en La Guajira, en el Magdalena medio. Recorrí mucho país para poder fotografiar, fue una correría de años.

¿Con qué se va a encontrar una persona que adquiera el libro?

Se va a encontrar muchas cosas. Con una gran serie de fotos articuladas entre ellas, es como una historia en viñetas y se va a encontrar con unos fragmentos que son como unos altos en camino que son unas obras que construí al margen, unas obras con Polaroids y con otros estilos de fotografía.

En conclusión, ¿cuál cree que es el mayor aporte de ‘Verde’ en materia de derechos humanos de combatientes y excombatientes de las FARC?

Es verlos, pensarlos y presentarlos desde la humanidad. La guerra ha deshumanizado a los combatientes y entender que son vidas es urgente. Es la única forma que encuentro para dejar de tratarnos como enemigos.

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