Hay “cristianos” que no dejan nacer a Jesús, impiden la Navidad

Hay “cristianos” que no dejan nacer a Jesús, impiden la Navidad

Creaturas del Señor, bendigan al Señor (Daniel 3, 57)

Reconocer nuestra dependencia de la naturaleza, nos hace más responsables con ella y con la vida.

Estimado

Hermano en la fe, Cristianos, cristianas, personas interesadas

Escribo para desearte feliz navidad. Con un sentido más profundo que, con el que la rutina y el uso de las palabras “feliz navidad”, dejar ver. Es navidad cuando decidimos asumir el mensaje de Jesús, es decir, lo dejamos “nacer” en la vida personal y aceptamos sus repercusiones en las relaciones con los demás, con la naturaleza, con Dios y con nosotros mismos. El mensaje de Jesús compromete con la justicia social, económica, ambiental, de género y cultural; con la superación del odio, el miedo y las discriminaciones por razones de raza, sexo, religión, política o cultura.   

Recordemos que la rutina y naturalización de las palabras, impiden ver, de verdad, la profundidad de la realidad que describen, su relación con la vida diaria, las contradicciones camufladas o los intereses ocultos.

Un ejemplo es el uso rutinario de la palabra “cristiano”. Frecuentemente encontramos personas que nos dicen que son “cristianas” (católicas, evangélicas o protestantes), que dicen ser fieles a Dios,  nombran todo el tiempo a Jesucristo,  pero que en su vida práctica, en sus argumentos y razones religiosas, no se refieren Jesús-Cristo de los evangelios, a su vida en Galilea, a sus palabras, sus acciones, sus relaciones y el anuncio del reinado de Dios al que dedicó su vida, por el que fue perseguido y asesinado; dicen hacer “la voluntad de Dios” pero sin relación con el ejemplo de Jesús, y con lo que Dios dijo “a nuestros padres por medio de los profetas” (Heb 1,1). Recordemos que los profetas siempre exigieron a los dirigentes del pueblo la práctica de la justicia. Hay cristianos que en sus creencias son más cercanos a la predicación de los maestros de la ley, de los fariseos o saduceos, quienes confrontaban a Jesús, constantemente, porque cuestionaba su sistema religioso; estos cristianos, como los fariseos y maestros de la ley, en nombre de Dios hacen negocios, se alían con el poder o permanecen silenciosos frente a las injusticias.

Parecido ocurre la palabra “navidad”.  En navidad celebramos que Dios se hace ser humano, “la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1,14), en un niño pobre, en una pesebrera y de padres perseguidos. Pero, desafortunadamente, la navidad se ha convertido en una celebración cultural y religiosa muy bonita, emotiva, importante y con muchos valores humanos, sociales y religiosos, pero poco relacionado con vida real de Jesús, niño y adulto. “El Emanuel, el Dios-con nosotros” (Mt 1,23) se ha convertido en un Dios lejano que poco le dice a la vida concreta, real, conflictiva y difícil de las personas y de la sociedad; en un Dios que no cuestiona el modo de vida de sociedad, de las iglesias, de cristianos/as. Estilo de vida que está matando a seres humanos y al planeta. Mientras esto ocurra no se puede celebrar navidad honestamente. Sin la decisión personal, social y eclesial de ir cambiando este estilo de vida y esta realidad con el mensaje de Jesús, no puede hablarse realmente de la navidad.

 Creo que estamos de acuerdo que cristiano/a es quien se esfuerza por seguir a Jesús, el Cristo, en su vida diaria; quien tiene presente lo que Él hizo y dijo, las relaciones que estableció, la comprensión de Dios que lo movió y la manera de afrontar la realidad social, política, religiosa, cultural y económica de su tiempo. Un cristiano analiza honestamente la realidad presente y se pregunta qué pensaría o diría Jesús, cómo actuaría, qué tipo de relaciones establecería, qué actitudes asumiría frente a los distintos poderes corruptos, manipuladores o mentirosos. Una persona cristiana es alguien que permite a Cristo entrar en su vida y lo deja nacer en cualquier momento del año. Esto sí es navidad. Un buen cristiano/a no está “echando sermones” a todo el mundo y a toda hora; simplemente vive su convicción profunda, y la muestra en el trato respetuoso a todas las personas; vive su cristianismo con sencillez y alegría. Es alguien comprometido con la justicia, con la vida digna, con la honestidad, con las transformaciones para hacer una sociedad mejor. Como decía al P. Luis Enrique Tamayo: “que muestran a Jesús sin nombrarlo, con la vida”.

Usted y yo conocemos corrientes eclesiales, cristianos racistas y clasistas, que se creen moralmente superiores a los demás, con derecho a juzgar y condenar a quienes no “comulgan” con su manera de ver el mundo y la religión, que poco leen con seriedad la Palabra de Dios, que ven la realidad por un solo medio de información, que solo oyen a los suyos y que creen tener toda la verdad, toda la razón; que repiten lo que les dicen los medios y las redes sociales que les “sugieren” sus guías políticos y espirituales. Esos cristianos carecen de argumentos propios y sólidos y no escuchan o aceptan los argumentos de “los otros” aunque tengan razón; reproducen mentiras y verdades a medias y se ponen furiosos/as cuando alguien pone al descubierto sus mentiras con evidencias concretas. Este tipo de creyentes son los peores enemigos del cristianismo, no los ateos o los críticos de la religión, porque actúan contra del mensaje central del cristianismo y hacen quedar muy mal a Dios. A estos creyentes les podemos decir: “Por culpa de ustedes el nombre de Dios es denigrado en todas las naciones” (Rom 2,24), por “sus inútiles pensamientos, con la razón oscurecida, alejados de la vida de Dios, por su ignorancia y dureza de corazón” (Ef. 4,17-18), impiden que Jesús nazca y que haya navidad.

Muchos cristianos y cristianas han olvidado las palabras de Jesús: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo” (Mt 7,21); es decir, que no es pronunciando continuamente el nombre de Jesucristo como se alcanza la salvación, sino haciendo la voluntad de Dios, lo que Jesús dijo e hizo. ¿Usted se imagina a Jesús discriminando por razones sociales, políticas, raciales, sexuales, culturales como hacen muchos cristianos hoy? ¿O insultando, odiando o maltratando a quienes piensan, son y actúan distinto?

Jesús contó una parábola a las autoridades y grupos religiosos que le cuestionaban su autoridad y manera de actuar: Un padre tenía dos hijos, le dijo al primero, hijo quiero que vayas a trabajar a mi viña y él le dijo: no quiero, pero luego se arrepintió y fue. Después le dijo al segundo: hijo, quiero que vayas a trabajar a mi viña y él le dijo: voy señor, pero no fue. Jesús pregunta: ¿quien hizo lo que lo que padre quería?  Le dijeron que el primero (Cf. Mt 21,28-32). Es el hacer y no el decir lo que cambia la vida y la realidad. En nuestros días, el primer hijo representa a quienes no creen o dicen no creer pero hacen lo que Jesús pedía a sus seguidores: ser justos, honestos, servir a los más empobrecidos, denunciar las injusticias, las mentiras o la corrupción, cuidar la naturaleza y luchar contra el cambio climático. El segundo hijo representa a los cristianos y cristianas que hablan del Señor y salvador Jesucristo todo el tiempo, pero en su vida diaria hacen lo contrario a lo que Jesús decía y hacía.

Aunque me alargue, les recuerdo el testimonio de Esteban, el primer mártir del cristianismo (Hech 6,8-7,60). Esteban enseñaba con sus palabras y su vida. Sus “opositores” le discutían, pero no podían contrarrestar su sabiduría y el espíritu de sus palabras. Entonces sobornaron testigos para que afirmaran que estaba hablando contra Dios y contra Moisés. Entonces lo arrestaron y lo llevaron al Consejo. Allí Esteban hizo un recuento de la escritura y la historia, mostrando el fundamente de su fe y de su manera de actuar. Al oírlo, los “opositores” se enfurecieron, rechinaron los dientes de rabia, se taparon los oídos, gritaron y se arrojaron contra él y lo apedrearon. Esteban murió de rodillas diciendo: “Señor no les tengas en cuenta este pecado”. Muchos conocemos historias de creyentes que, ante la falta de argumentos, imponen su autoridad, se tapan los oídos, gritan, atacan e incluso, llegan la agresión física y la muerte. ¿Conoces personas que padecen situaciones parecidas? Salta a la vista la contradicción entre la vida de Jesús y la de Esteban con la vida y actuación de un sin número de cristianos y cristianas, que impiden que haya navidad y que Jesús nazca en muchas personas e ilumine las realidades humanas, sociales, ambientales y religiosas.

 Fraternalmente, su hermano en la fe,

P. Alberto Franco, CSsR. francoalberto9@gmail.com


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